EDITORIAL
Mgs. Diego Illescas Reinoso
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En la pandemia por el nuevo coronavirus producido por el SARS-CoV-2, la necesidad de informarnos aumenta y es importante que los medios de comunicación lo hagan de manera ética y comprometida. La sobreinformación y la circulación de noticias falsas crean pánico social y contribuyen a empeorar la difícil crisis que afrontamos como sociedad. Hoy más que nunca necesitamos un periodismo responsable.
La situación que cambia día a día y minuto a minuto nos genera la necesidad de informarnos casi constantemente. Sumado al aislamiento social que genera que quizá tengamos más tiempo para leer y usar las redes sociales, ha vuelto a los medios de comunicación una necesidad indispensable en estos días de crisis generada por el coronavirus.
El estado de emergencia en que vivimos actualmente ha agudizado diversas situaciones que desde hace un tiempo afectaban la manera como se ejercía el periodismo. Por un lado, hay una sobreabundancia de información y a la prensa le toca verificarla, ampliarla y explicarla. Por otra parte, hoy más que nunca, las personas requieren información que oriente su día a día, aparte de la acción de vigilancia que cumple tradicionalmente la prensa.
La periodista María Mendoza Michilot, sostiene que, en relación a la pandemia, la responsabilidad del periodismo es gravitante, porque además de las funciones clásicas que le atribuimos, cumple la tarea de orientar para permitir a las personas saber cómo enfrentar el día a día. “Hoy, más que nunca, se necesita hablar con la gente de los temas de interés público. Hay nuevas tendencias en periodismo, orientadas a focalizar la atención en los destinatarios, en el público”.
Desde el estallido de la pandemia de coronavirus, los gobiernos se han enfrentado a la enorme tarea de guiar a las comunidades a través de una de las mayores crisis de nuestro tiempo, a menudo teniendo que basar sus decisiones en poca, y a veces contradictoria información. Una tarea difícil, con consecuencias imprevistas y resultados impredecibles.
En el Ecuador, esta incertidumbre ha ampliado la tendencia de las autoridades a tratar de controlar cada aspecto del flujo de información y silenciar las voces no deseadas.
Las medidas van desde la obligación impuesta a los medios de publicar únicamente información proporcionada por las autoridades hasta el bloqueo de páginas web, así como limitar el acceso a la información oficial y penalizar a los periodistas acusados de difundir las llamadas "noticias falsas".
El cambio ha sido evidente. Periodistas de noticieros televisados que informan desde las salas de sus casas, locutores de radio que se pisan las intervenciones tratando de coordinarse a distancia, reporteros de calle que riegan sus palabras sobre micrófonos forrados de plástico.
El Coronavirus ha transformado todos los aspectos de nuestras vidas en todo el mundo, y el periodismo no es la excepción.
De lo que no está exento el periodismo es de parar en la cuarentena. Al igual que los oficios de la salud o los de la distribución de alimentos, el periodismo es otra labor indispensable en la pandemia: desde el encierro es urgente seguir recibiendo la información de cómo avanza la crisis en otros países o incluso de lo que sucede en las calles propias, que en la cuarentena se sienten tan lejanas como las de otras ciudades.
Eso, seguir haciendo periodismo en medio de la amenaza de un virus que puede resultar mortal, les ha traído retos a los medios de comunicación que nunca se habían enfrentado a una realidad similar.
Diego Illescas Reinoso
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