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CORPUS CHRISTI; LA DULCE TRADICIÓN CUENCANA

Foto del escritor: RESALTADOR DIGITALRESALTADOR DIGITAL

Feligreses colores y sabores adornan a Cuenca, la cuidad de los cuatro ríos. El

resplandor de los primeros rayos del sol del ocho de junio indicaba que la fiesta más

religiosa y dulce había comenzado.

Las calles se llenaban de entusiasmo y devoción, las personas se preparaban para

presenciar la festividad eucarística que año tras año, abre las puertas a visitantes de

cada rincón del mundo.

Las campanas de las iglesias aledañas a la catedral anunciaban la llegada de las

festividades, los devotos se congregaban, mientras en la ciudad el ambiente era

contemplativo y religioso. La tradición y veneración al santísimo, reúne a cientos de fieles

en los distintos escenarios en donde se rinde tributo al cuerpo de Cristo. La procesión

agrupa a devotos a hacer uso de las calles en horas nocturnas y acompañan a la

Custodia que está ricamente adornada y resplandeciente bajo la luz de las velas y las

joyas preciosas, en un recorrido junto a sacerdotes y estandartes que iluminan la noche.

El Corpus Christi en Cuenca, no solo es una solemnidad religiosa, también es

considerada una fiesta popular, después de la ceremonia y la procesión, la cuidad cobra

vida con danzas, música y celebraciones callejeras.

El parque Calderón, en todas sus esquinas se llena de puestos de comida y artesanías,

ofreciendo una amplia variedad de delicias culinarias y productos locales, pero, sobre

todo la venta de dulces tradicionales que son un placer para el paladar de los cuencanos

y los visitantes de la ciudad. Propios y extraños hacen de esta costumbre la fiesta más

animada del año. El exquisito aroma y sabor de los bocadillos típicos de la festividad

inundan las calles adoquinadas del centro histórico.

Irene Barros, ha sido parte de los comerciantes en la venta de dulces durante veinte

años, su madre y abuela han sido pilares fundamentales en el negocio. Los dulces más

tradicionales son los ´´quesitos´´ que son ostia con manjar de leche, las arepas de maíz,

los cortados de leche, las cocadas que son de paila, las quesadillas y las bolitas de piña,

remolacha y tamarindo. Para Irene mantener vivo el legado de su familia es una gran

satisfacción, y anhelan que la tradición perdure en la historia por muchos años más.

Las noches posteriores al inicio de la celebración bandas de pueblo hacen presencia con

música y alegría para los visitantes. Ángel Zarate representante de la banda de pueblo

comenta que llevan tocando y animando a la gente durante 21 años, su presencia es

gracias a las contrataciones por parte de los priostes. Cuentan con una gran variedad

musical en su repertorio. En la fiesta del corpus, suelen entusiasmar al público con una

colección de música alegre y para la procesión música religiosa. La famosa canción de

la ´´chola cuencana´´ y ´´cuencanito´´ no se queda fuera de esta gran celebración.

La fiesta más dulce del año también está acompañada de la quema de castillos. La

empresa María del Cisne a cargo de María Paredes, lleva más de 50 años colaborando

en la manufactura y creación de grandes castillos. Para la fabricación de los mismos, con

necesarios materiales como el nitro, clorato, magnesio, aluminio, sulfato de bario, sulfato

de estroncio, carbonato de bario, azufre, carbón e hilo de algodón, etc. Su construcción

comienza con uno o dos meses de anticipación de la celebración católica.

Para evitar accidentes, actualmente ya no usan elementos como el ratón y los cuetes,

solamente hacen uso de luces y mechas. La simbología de los castillos es un homenaje

del público católico al santísimo.






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