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Comunicación, educación y universidad.

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MsC. Diego Illescas Reinoso

Director de carrera Periodismo


La comunicación en el contexto educativo es un proceso que ha sido estudiado por diferentes ciencias y desde diversos ángulos, sin embargo, aún son insuficientes las propuestas y reflexiones sobre su importancia en la calidad del proceso educativo de todos los niveles de enseñanza. Debemos valorar la significación de la relación entre comunicación y educación en función del éxito del proceso formativo de los educandos en el contexto universitario.


Las tendencias de la UNESCO y los acelerados cambios tecnológicos han transformado los métodos y procedimientos de la educación en todos los niveles de enseñanza. Actualmente se precisa desarrollar estrategias que sean sostenibles en el tiempo, como el desarrollo de habilidades, el aprender a aprender, la educación continua y el desarrollo y formación de competencias.


Para dar respuesta a estas exigencias en el contexto universitario, se precisa del dominio de las potencialidades de la comunicación como proceso que posibilite el desarrollo del proceso docente-educativo y particularmente el desarrollo y la formación de la personalidad de los educandos.


El profesor Juan Carlos Bustos sostiene que la comunicación es posible en tanto existe un conocimiento común entre los miembros de una comunidad que se precien de ser actores sociales competentes, es decir, capaces de comprender las acciones de otros y las propias. La comunicación puede ser entendida como puesta en común, como un proceso que requiere un conocimiento mutuo, el cual es simultáneamente causa y consecuencia del sentido.


Según la perspectiva de este autor, la información sólo resulta significativa sobre la base de un sentido común. La comunicación, además, supone una intencionalidad, implica mediación de códigos y está vinculada a la vida de manera general. Estos dos aspectos esenciales distinguen la comunicación y deben ser considerados por los educadores para ejercer la labor formativa.


Educación y comunicación son procesos inseparables, ya que cualquier hecho educativo requiere mediaciones comunicativas y no hay situación comunicativa que no tenga una influencia educativa, en algún sentido. Pero el análisis de los vínculos entre educación y comunicación tiene múltiples dimensiones, que se han ido esclareciendo con el desarrollo de las concepciones teóricas y metodológicas de ambos procesos.


La educación y la comunicación son un mismo y único proceso de co-participación, de co-producción, de co-entendimiento y comunión, lo que equivale a decir que la calidad de la educación, desde este enfoque, no viene dada por el cambio de programas, por el control más exacto de los procesos ni por los objetivos. Éstos se valorizan y significan por el tipo de interrelaciones que se logran establecer entre los componentes personales del proceso docente-educativo, es decir, por las interrelaciones entre profesor y estudiantes y de estudiantes entre sí.


Es oportuno analizar a Mario Kaplún, para quien la Comunicación Educativa existe para brindarle a la educación métodos y procedimientos para crear la competencia comunicativa del educando. No se trata de educar usando el instrumento de la comunicación, sino que ésta se convierta en la columna vertebral de los procesos educativos: educar por la comunicación y no para la comunicación. Dentro de esta perspectiva de la comunicación educativa como relación y no como objeto, los medios son reubicados a partir de un proyecto pedagógico más amplio.


En sentido Martín-Barbero contribuye a esta discusión analizando la cuestión de la temporalidad en la relación Comunicación-Educación. Considera, por ejemplo, la tecnicidad mediática como una dimensión estratégica de la cultura vista, muchas veces, con desconfianza por la escuela porque funciona como elemento desestabilizador de los ambientes de aprendizaje heredados de la tradición. Los medios rompen las fronteras entre la razón y la imaginación, el saber y la información, el arte y las ciencias y permiten el desarrollo de un tiempo virtual que libera el aquí y el ahora, inaugurando nuevos espacios y velocidades.


Resaltemos un argumento de Jesús Martín-Barbero que menciona que la simple introducción de los medios de comunicación y de las tecnologías en la escuela puede ser la forma más engañosa de ocultar sus problemas de fondo sobre la égida de la modernización tecnológica. El desafío es cómo implantar en la escuela un ecosistema comunicativo que contemple al mismo tiempo: experiencias culturales heterogéneas, el entorno de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación, además de configurar el espacio educacional como un lugar donde el proceso de aprendizaje conserve su encanto.


Por otro lado, pensemos en la apropiación de la cultura por parte de los usuarios de los medios de información puede constituirse en plataforma para una acción educativa coherente con las necesidades actuales. Siguiendo esta línea, Néstor García Canclini pone en evidencia la urgencia que tiene el sistema educativo de introducir en su agenda, en su confrontación con la moderna producción de la cultura, el mercado, el consumo y el propio sistema de medios. García Canclini entiende que una verdadera revancha cultural está pasando por las manos de los usuarios y receptores de los medios. Para el autor, el consumo sirve, sobre todo, para distinguir a las personas, las familias, los centros educativos, las clases sociales, el consumo es un proceso planificado en el cual los deseos se transforman en demandas y actos socialmente regulados. Por tanto, no es nada que se parezca a la espontaneidad de consumidores autónomos e irreverentes.


A manera de conclusión se puede mencionar que las relaciones entre educación y comunicación se manifiestan cada vez más como resultado de una creciente tendencia democratizadora en todos los sistemas educativos y de una teorización y práctica educativa cada vez más científica. La educación y la comunicación son dos procesos que se integran en el proceso docente-educativo, los cuales permiten el desarrollo de la personalidad de los educandos, es decir, su proceso formativo.


Se precisa que los docentes interioricen que solo a partir de un proceso de comunicación asertivo y afectivo, será posible incidir en las dimensiones del proceso formativo en el contexto universitario, a tono con las actuales exigencias del mundo contemporáneo.


Entre las funciones informativa, afectiva y reguladora de la comunicación deben considerarse en el modelo que hace énfasis en el proceso. En este caso, la atención de la educación se centra en las relaciones entre profesor y alumnos donde se destaca al papel activo del alumno como responsable de su propio proceso formativo, sin restarle importancia ni responsabilidad al profesor.

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